Historias de la “L” en un modelo a escala


Desde el 1 de agosto venimos trabajando en el museo nacional los martes y los miércoles en la tarde, en la construcción de la maqueta de la L con un grupo de jóvenes del IDIPRON. El museo nos ha abierto sus puertas para apoyar el trabajo de investigación y creación que venimos adelantando desde hace ya casi dos años, en la búsqueda de alternativas para la inclusión social y el manejo de consumo problemático con jóvenes.

Después del 28 de mayo del 2016 día en el que la Alcaldía Mayor de Bogotá realizó el desalojo de la “L” o “Calle del Bronx”, zona marginalizada del centro histórico contigua a la plaza de Los Mártires. “L” se convirtió en el epicentro del denominado “mercado ilegal de drogas” en la ciudad. No obstante, fue también un lugar de encuentro para personas de diferentes procedencias, edades y estratos sociales; una “zona gris” con su propio sistema de gobierno en la cual “no estaba permitido robar, ni consumir pegante” y un espacio controlado de forma violenta por “sayas”, “taquilleros”, “jíbaros”, “campaneros” y agentes del Estado.

El objetivo de esta exposición es acompañar la construcción de un modelo a escala de la “L”. La pieza es el resultado de una cartografía social basada en la experiencia de un grupo de jóvenes que habitaron el lugar durante varios años. El guion fue producido mediante un proceso de investigación en la acción desarrollado por la Curaduría de etnografía del Museo Nacional – ICANH y el IDIPRON. El proyecto rememora, tal como los versos de hip-hop hechos al estilo cuatro por cuatro, “algo de lo bueno y algo de lo malo”, matices históricos de un espacio urbano renovado para ser olvidado.


Ojala nos visiten en el museo Nacional Martes y Miércoles de 2 a 5 pm!!!

Maquillando un sufrimiento


Cuando empezó el proceso de renovación urbana de la zona conocida como la “L”, las historias de quienes allí habitaban fueron convertidas en escombros.
Como una forma de tapar el sufrimiento, “cambuches”, santuarios, “rockolas” y taquillas desaparecieron del paisaje.

El Juzgado



Y ahora que la “L” es otra, quedan los recuerdos y las experiencias de lo que allí pasaba, de las vidas que se quedaron y del tiempo que se perdió, que no se puede recuperar.
Esta casa era una “oficina del mal”, las personas entraban allí, pero muchas de ellas jamás salían. Se convirtió en un patíbulo donde el orden se establecía día tras día.

Cobijas



La “L” contaba con tres entradas, de forma que ingresar o salir sin ser visto era una tarea prácticamente imposible. “Cobijas” era una de ellas. El sistema de control se reforzaba a través de “sayas” y “campaneros”, personas que observaban y controlaban desde distintos puntos.
En ese lugar las nociones del bien y del mal desfiguraban.

Los Mártires


La Plaza de los Mártires colindaba con una de fronteras de la “L”. Al lado de la iglesia del Voto Nacional daban pan y “aguapanela” de forma gratuita, sin embargo, así como iban los comensales animados por la comida, también iban otros a robar por la zona.
Con el tiempo, no volvieron a dar comida y colocaron rejas para que los habitantes de la “L” no “parcharan por ahí”.

Cada quien se hacía su templo


En la “L” había tiempo para creer en algo superior, para hablarle, quejarse o solicitarle favores. Allí no existía iglesia, pero si santuarios en los que cada uno creía libremente. Lugares para tener esperanza en medio de la oscuridad.
La virgen también marcaba el territorio de una persona. Ese espacio era adquirido con experiencia, conocimiento y valor. Sólo quien llevaba muchos años allí tenía “su pedazo”, “su creencia”.

200 de boronas


Aquí las contradicciones coexistían cotidianamente. La felicidad y el sufrimiento se encontraban al cruzar una puerta o pasar la calle. Las familias vivían con sus hijos, apenas con lo esencial, aunque nunca hacía falta nada en la casa, en la pieza, en el “cambuche”.