Por Ines Elvira Mejía
"A propósito de la dosis mínima sigo reflexionando
sobre Silvia.
Quienes quieren prohibir el uso y porte de la dosis personal
buscan que a personas como Silvia,se les persiga, se les decomise la dosis que
necesitan para no sentirse morir y se les imponga una multa. Es decir, a una
persona con un cuerpo enfermo por distintos virus a los que estuvo expuesta por
no contar con material higiénico de inyección; que intentó dejar las drogas en
centros de tratamiento que no lograron ayudarla como ella lo necesitaba; que
fue maltratada y despreciada por trabajadores de la salud que la acusaron y
juzgaron por no cuidarse, por no querer ayudarse y por su “falta de voluntad
para salir adelante”; que no tuvo opciones de refugio, ducha, alimentación,
medicamentos; que estuvo en estado terminal por semanas enteras tirada en un
andén y que perdió toda su red de apoyo, se le quiere ahora responsabilizar por
la dificultad de controlar el microtráfico que ocurre en su ciudad y quitarle
el único derecho constitucional que pudo ejercer pudiendo adquirir una dosis
para aliviarse por unas pocas horas. Esa es la magnitud de la estupidez detrás
de estas propuestas populistas que se basan en opiniones sin fundamento."
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